La defensora central de las Leonas contó sobre su cuarentena, cómo anduvo el equipo hasta la suspensión del torneo y su historia con el fútbol. Luego de casi tres meses sin verse con sus compañeras, Cintia trabaja desde casa y estudia Educación Física mediante videollamada: «Trato de hacer lo mejor posible más que nada para cuidar a la familia». De la misma forma se mantiene entrenando con amigas y cuenta que el equipo ya lo está haciendo a través de la aplicación Zoom.
Las Leonas, con un plantel nuevo, estaban haciendo un gran campeonato hasta que se frenó el mismo para prevenir los contagios de Coronavirus. Habían conseguido nueve triunfos, cinco empates y perdieron en cuatro oportunidades. «Tratábamos de dar lo mejor en todos los partidos. Algunos con resultados positivos y otros por ahí no, pero sin duda de que lo intentábamos» afirmó Gimenez, quien estuvo en cancha en doce ocasiones.
«Yo soy nueva en el equipo. Es mi primer torneo con Ituzaingó, así que desde el principio para mi fue adaptación y fue muy buena porque el equipo era unido también afuera de la cancha. Lo que puedo decir de mi participación es que cada partido que juego dejo todo lo que puedo, como digo siempre: ¡Alma, corazón y vida! Y creo que le sirve al equipo».
Así como el fútbol femenino regresó al Verde luego de muchos años, se trata de una actividad que venía en pleno crecimiento en Argentina: «Me pone muy contenta que el fútbol femenino siga creciendo y ojalá no se tarde tanto en llegar a ser como el masculino. No depende sólo de las jugadoras ni de los clubes, sino de lo que provoque en el público. Pero de a poco ojalá se llegue».
Sobre sus inicios en el fútbol, la defensora contó que jugó durante dos años en el club 9 de abril, un equipo de 11 de su barrio. Luego vino a Ituzaingó. «Comencé a jugar desde muy chica pero siempre con mis hermanos y amigos del barrio. Una vez un hombre que dirigía un club de papi me llevo a jugar en su equipo de varones. Creo que tenía 10 años, pero fueron poquitos partidos igual. Un poco más de grande me mudé a San Miguel y acá había un equipo femenino que jugaba en una plaza cerca de casa así que jugábamos prácticamente todos los fines de semana. Luego por muchos años no jugué más a la pelota porque en el colegio habíamos armado equipo de handball, así que ese era mi deporte de ese momento. Volví al fútbol hace 6 años cuando empecé a estudiar educación física y volví a rodearme con chicas que jugaban».
Sobre los objetivos a futuro, la jugadora de 36 años dijo: «Ya estoy grande así que trataré de dejar lo mejor de mi hasta que el cuerpo me diga ‘ya está’, de tanta exigencia. Y volveré a las canchas chicas a jugar con amigas».